Muy bien discipulos, es hora de la conquista

El castillo era enorme, y para llegar al trono debia la gente atravesar un laberinto de pasillos y puertas que solo unos pocos sirvientes conocian.

El rey del mal estaba en su trono sonrriendo. La sala olia a aceite, debido, a que la luz provenia de las lamparas de aceite colocadas por toda la habitación. Grandes telas lujosas adornaban el trono, he incluso resultaba un estilo muy cargado.

Ante el se encontraba los mejores guerreros del inframundo.

Muy bien - Exclama el señor del castillo, se inclina y entrecruza sus dedos - Presentate y dime por que deseas servirme.